miércoles, 16 de enero de 2013

Poema rúnico de Odín


John Paul Olivares

Poema Rúnico de Odín
Rúnatal + Ljó∂atal
Edda en verso / Estrofas 138-165


138 Sé que pendí nueve noches enteras
del árbol que mece el viento;
herido de lanza y a Odín ofrecido
-yo mismo ofrecido a mí mismo-
del árbol colgué del que nadie sabe
el origen de sus raíces.

139 Ni pan me tendieron ni cuerno de bebida;
fijo en lo hondo miré;
las runas alcé, las gané entre gritos;
caí a la tierra de nuevo.

140 Nueve conjuros del hijo de Bölthur,
del padre de Bestla, aprendí,
y también he bebido el excelso hidromiel,
derramado Odrérir.

141 Empecé así a germinar y a ser sabio,
y a crecer y sentirme bien:
una palabra dio otra, la palabra me llevaba,
un acto dio otro, el acto me llevaba.

142 Descubre las runas y aprende los signos,
las runas de mucha fuerza,
las runas de mucho poder,
que el thul supremo tiñó
y los altos poderes hicieron
y el señor de los dioses grabó.

143 A los ases Odín, a los elfos Dáin,
a los enanos grabóselas Dvalin,
a los gigantes Asvid;
yo mismo grabé las runas.

144 ¿Las sabes tú grabar? ¿Las sabes tú interpretar?
¿Las sabes tu teñir? ¿Las sabes tú probar?
¿Les sabes tú pedir? ¿Les sabes tú ofrender?
¿Les sabes tú ofrecer? ¿Les sabes tú inmolar?

145 Mejor no pedir que por todo ofrendar;
su pago la ofrenda busca;
mejor no ofrecer que en exceso ofrecer.
Así grabó Thund antes de surgir los pueblos;
allá revivió cuando vino de nuevo.

146 Los conjuros que sé yo que ni esposa de rey
ni hombre alguno sabe:
"auxilio" se llama uno y el que auxilio te da
en pleitos y penas y en malas dolencias.

147 El segundo sé, remedio de aquellos
que quieren ser curanderos.

148 El tercero sé, si mucho preciso
atar a mi enemigo:
sus filos le emboto a aquel mi adversario
y ni armas ni mañas le valen.

149 El cuarto sé, si preso me ponen los guerreros
y atados los miembros tengo:
yo canto el conjuro y me puedo escapar;
libres los pies se me quedan,
y de mi cuello la argolla.



Rúnatal - An Danzza

150 El quinto sé, si dardo yo veo
que busca traidor a mi gente:
por recia que vuele parada la dejo,
tan sólo con mi mirada.

151 El sexto sé, si con raíz me laceran
del árbol con savia tomada:
el hechizo que a mí aquel hombre me canta
él se lo sufre y no yo.

152 El séptimo sé, si la altas llama
veo entre mis camaradas sentados en los bancos:
por mucho que arda salvarlos puedo,
tal el conjuro que canto.

153 El octavo sé, ese que siempre
útil será que se aprenda:
odio que surja entre hijos de jefe,
puedo enseguida calmarlos.

154 El noveno sé, si mi barco peligra
y lo he de salvar en la mar:
yo el viento detengo que azota las olas
y toda la mar sosiego.

155 El décimo sé, si brujas veo
que arriba están por los aires:
de manera que yo hago que descarriadas huyan
y no encuentran su propia forma
no encuentran su propio juicio.

156 El undécimo sé, si a la guerra llevo
a mi tropa de viejos amigos:
sobre mi escudo les canto y ellos con fuerza
indemnes en la lucha entran,
indemes de la lucha salen,
indemnes me regresan de ella.

157 El duodécimo sé, si veo al ahorcado
que arriba en el árbol se mece:
de manera yo grabo y las runas tiño
que el muerto se anima
y me tiene que hablar.

158 El decimotercero sé, si al nuevo guerrero debo
rociar con el agua:
no caerá él si a la guerra fuere,
lo respetan a él las espadas.

159 El decimocuarto sé, si yo entre los hombres
decir de los dioses debo:
de los Ases y Elfos sé todas las cosas,
pocos sabios lo saben.

160 El decimoquinto sé, que el enano Thjódrörir
a las puertas de Delling cantó:
con la fuerza de los ases, con la gloria de los elfos,
lo cantó a Hroptatýr con la ciencia.

161 El decimosexto sé, si quiero de mujer sabia
lograr amor y favor:
la mente dirijo de la hembra de blancos brazos
y su ánimo altero todo.

162 El decimoséptimo sé, la joven doncella
que no se me vaya.
Nunca, Loddfáfnir, tuyos serán
estos conjuros,
aunque has de saberlos,
debes ganarlos,
te urge obtenerlos.

163 El decimoctavo sé, aquel que jamás
a doncella diré ni a mujer casada
-es siempre mejor que sólo uno lo sepa;
y aquí los conjuros acaban-,
sino a aquella tan sólo que me toma en sus brazos
y también a mi hermana.

164 Ya ahora en la sala del Altísimo
los dichos del Altísimo se cantaron
para todo provecho del hombre,
para poco provecho del ogro.
¡Salud al que dijo! ¡Salud al que supo!
¡Quien algo aprendió, que lo goce!
¡Salud a los que esto oyeron!
ver también Yggdrasil

Martin Romberg, Rúnatal

Kammerkoret NOVA, conducted by Vivianne Sydnes.