lunes, 13 de julio de 2009

Reichenbach y la Fuerza Ódica

Barón Carl Ludwig von Reichenbach (Stuttgart, 12 de febrero de 1788 - Leipzig, 19 de febrero de 1869), fue un químico, geólogo, metalurgista, naturalista, industrialista, filósofo, botánico alemán.

Descubrió varias sustancias químicas, como la parafina en 1830 y la creosota en 1833. Formuló de hipótesis de la Fuerza Ódica (de Odín), de la cual provendrían la electricidad, el magnetismo y el calor. Dedicó los últimos años de su vida a investigar sobre la existencia de esta fuerza o energía primordial, a la que llegó a considerar también como origen de la vida, acercándose así a las concepciones del vitalismo.

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LA ENERGÍA VITAL UNIVERSAL

La ciencia moderna no admite la existencia de una fuerza vital universal, pero los Misterios tienen mucho que decir sobre ella. Esta fuerza misteriosa que impregna toda la creación tiene muchas denominaciones. Los hindúes la llamaron Prana, los kahunas de Polinesia, Mana; Hermes Trismegisto la llamó Telesma, e Hipócrates la Vis Medicatrix Naturae. El alquimista Robert Fludd la denominó Spiritus, y Mesmer Fluido Magnético. Bajo cualquiera de estos nombres, esta energía vital universal se considera el hálito de la vida, que penetra todo el espacio y yace bajo las actividades de todas las formas, desde un átomo a un planeta. Es, en efecto, la fuerza motriz de toda vida; es el fuego, según los antiguos, que sostiene el cuerpo material del hombre para que pueda manifestarse físicamente.

Es grande, es ilimitado, más allá de él no hay nada, todo lo abarca, llena todo el espacio y al mismo tiempo es idéntico a la consciencia de uno mismo, al alma que llevamos dentro. La fuerza vital ha sido tema de investigación y experimentación para muchos hombres brillantes, ninguno de los cuales permitió que las doctrinas ortodoxas del momento les apartasen de sus esfuerzos. Por algún motivo, esta fuerza guarda celosamente sus secretos, y todos los que se le aproximan están sujetos al acoso y la maledicencia de sus colegas y de las autoridades. Exploremos, pues, la obra de algunos de estos hombres que intentaron arrancar a la oscuridad uno de los más capitales secretos de la naturaleza; repasemos sus teorías, sus vidas y su obra para ver si lo que descubrieron se ajusta a las teorías del teniente Plantier y a los fenómenos de ovnis en general. La fuente de la energía cósmica existe ya, según los sabios, y hay innumerables indicios de su existencia, y esto coincide con el primer supuesto del teniente Plantier.

Karl van Reichenbach pasó gran parte de su vida totalmente absorbido por la resolución de los misterios de la fuerza vital. Sus impresionantes cualificaciones como brillante químico, metalúrgico, tecnólogo y experto en meteoritos le dieron la formación que necesitaba para su trabajo. Hav que añadir que, como químico, descubrió entre otras cosas la perafina y la creosota. Van Reichenbach llamaba a la fuerza vital Od, nombre derivado de una secuencia de raíces lingüísticas que explica así: Me he sentido llamado a hacer uso de esta propiedad de exenciór de toda obstructibilidad, para formar para ella un nombre adecuado, lo suficientemente flexible para adaptarse a las múltiples necesidades de la ciencia.

«Va», en sánscrito, significa «moverse». «Vado», en latín, y «vada» en antiguo nórdico significan «voy rápidamente, corro, avanzo». De ahí que «Wodan», en las antiguas lenguas germánicas, exprese la idea del ser que lo trasciende todo; en otros antiguar idiomas aparece como «Wuodan», «Odan» y «Odín», significando el poder que penetra toda la naturaleza, y que ha terminado personificándose en un dios germánico. «Od» es, por consiguiente, el término que expresa el concepto de una dynamis o fuerza que, con un poder que no admite obstrucciones, penetra rápidamente y fluye a través de todos los seres de la naturaleza.

En sus investigaciones, Van Reichenbach se sirvió de personas hipersensitivas que podían «ver» la fuerza ódica fluir en torno a diversos objetos especialmente imanes. De las doscientas y pico de personas con las que operó, cien tenían conocimientos científicos, y por lo menos cincuenta eran físicos, químicos, médicos, filosófos o matemáticos, y por lo tanto estaban en condiciones de describir correctamente las actividades y cualidades de la fuerza ódica que podían distinguir.

fuente: Wikipedia y Crónica Subterránea